No hay Navidad que se precie si no hay dulces de por medio, algo había que hacer.
El curso pasado celebramos un cotillón donde no faltaron
polvorones, mazapanes y dulces típicos, pero este año la Navidad nos ha pillado por
el Polo Norte así que los dulces de estas navidades tendrían que ir en
consonancia. Ya veréis. Hemos decidido convertirnos en verdaderos reposteros y elaborar nuestros propios dulces.
Como en otras ocasiones, nos han echado una manita algunos
papás y mamás, hoy han venido: Fernanda, la mamá de Jorge, Manuel, el papá de Victoria y Laura,
la mamá de Manuel Lepiani.
Y el resultado ha sido unos dulces de rechupete.
E L R O S C O R O D O L F O
Para el primero nos inspiramos en Rodolfo, nuestro amigo el
reno de nariz colorada. ¡Nos ha salido genial!
Para su carita hemos empleado unas rosquillas con forma de
círculo, para la nariz colorada una gominola roja y brillante, para sus astas
unas galletitas saladas, su sonrisa de chocolate líquido, para sus ojillos dos pequeños
corazones de caramelo y por encima fideítos de chocolate que tanto nos gustan.
Así nos quedaron para agasajaros
I N U K S H U K D U L C E
Los inuits los hacen de diferentes formas y propósitos: como ayuda para seguir una dirección, para marcas un lugar específico, para indicar rutas migratorias o lugares de pesca. Algunas son, incluso, objeto de veneración por ubicarse en lugares donde los espíritus inuits concentran su poder. Pueden ser pequeños, realizados apenas con una pocas piedras pequeñas, o de grandes dimensiones con rocas que se ubican unas sobre otras en un equilibrio perfecto, sin argamasa.
En el 2010 , esta figura fue elegida para representar los juegos olímpicos de Invierno en Vancouver.
Los nuestros no podrán estar en ningún juego olímpico porque después de realizarlos a base de rectángulos, cuadrados y triángulos de esas galletitas de los helados y rociarlos después de una nieve dulce, dulce…. nos los zampamos todos; después del recreo no nos quedaron ni las migas.
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